¿“Cónclave” se hará realidad? Cuando el cine anticipa el futuro… y otras veces que mejor no lo hizo

Cónclave, película y realidad
Inspirada en la película ‘Cónclave’, esta imagen explora el vacío de poder tras la muerte del Papa.
En los últimos días, la atención global se ha centrado en un evento histórico de alto impacto: la muerte del Papa. Este hecho, que reconfigura los equilibrios de poder del Vaticano, ha resonado con fuerza no solo en ámbitos religiosos y políticos, sino también entre los cinéfilos. ¿La razón? La inquietante coincidencia con el argumento central de «Cónclave», la película dirigida por Edward Berger y basada en la novela de Robert Harris. En ella, los cardenales se encierran bajo secreto absoluto para elegir al nuevo Pontífice, en un entorno cargado de tensión, traiciones y maniobras de poder.¿Es una casualidad? ¿O estamos ante otro ejemplo más de cómo el cine no solo refleja la realidad, sino que en ocasiones la anticipa? En Metrópolis c.e., donde se forman futuros guionistas, directores y actores, este tipo de paralelismos entre ficción y actualidad son parte esencial del análisis narrativo. No porque creamos que el cine es un oráculo, sino porque entendemos que el guionista trabaja como un radar: capta señales débiles del presente y las convierte en historias que, tarde o temprano, podrían parecer proféticas.

🎬 El cine como laboratorio del futuro

Desde sus orígenes, el cine ha explorado posibilidades, ha ensayado mundos, ha cuestionado sistemas. Algunas películas aciertan con precisión escalofriante al proyectar escenarios que luego se materializan. Otras, por fortuna, se quedan en la fantasía o en la advertencia que nunca se concretó. Pero todas tienen algo en común: están profundamente conectadas con las inquietudes de su tiempo.

Contagio (2011)

Un ejemplo paradigmático es Contagio, dirigida por Steven Soderbergh. La película cuenta la historia de una pandemia global causada por un virus zoonótico. El parecido con lo que ocurrió en 2020 con el COVID-19 es tan grande que durante la pandemia real se convirtió en una de las películas más vistas en plataformas digitales. Su guionista, Scott Z. Burns, trabajó con expertos del CDC (Centers for Disease Control) para desarrollar un guion riguroso y plausible. No fue magia. Fue documentación, observación y sensibilidad hacia las amenazas invisibles del presente.

Her (2013)

Otra obra visionaria fue Her, de Spike Jonze, que presenta una historia de amor entre un ser humano y un sistema operativo con inteligencia artificial avanzada. Hoy, con la proliferación de asistentes virtuales, chatbots emocionales y el auge de tecnologías como ChatGPT o Replika, esa historia no parece ciencia ficción, sino una posibilidad inminente. La película no solo anticipó la tecnología, sino también las consecuencias emocionales de nuestra relación con ella.

Black Mirror (2011–2019)

La serie británica Black Mirror es quizás el mejor ejemplo reciente del cine (y televisión) como ensayo del futuro. Cada episodio funciona como una simulación: ¿qué pasaría si nuestra dependencia tecnológica cruzara ciertas líneas éticas o sociales? Capítulos como Nosedive, donde las personas se puntúan entre sí afectando su estatus social, recuerdan directamente a sistemas reales como el de reputación social en China, o incluso a nuestras interacciones en redes sociales.

Minority Report (2002)

Basada en un cuento de Philip K. Dick, esta película dirigida por Steven Spielberg explora la idea de prevenir crímenes antes de que ocurran. Aunque no hemos llegado a ese punto, las tecnologías de reconocimiento facial, predicción de comportamiento y big data están acercándonos peligrosamente a dilemas similares.

The Truman Show (1998)

Cuando se estrenó, parecía una sátira hiperbólica sobre la televisión. Hoy, con la proliferación del contenido constante, los realities y el streaming 24/7, la sensación de vivir una vida observada y monetizada es más real que nunca. ¿No somos todos, en cierto modo, protagonistas de nuestro propio Truman Show?

🚨 Cuando el cine proyectó mundos que no queremos ver realizados

En otros casos, el cine no predijo, sino que advirtió. Funcionó como una señal de alarma, como un espejo deformante que nos mostró un camino que sería mejor evitar. Son obras que, más que anticipar, nos suplican: “no vayáis por ahí”.

2012 (2009)

Dirigida por Roland Emmerich, 2012 llevó al extremo las teorías apocalípticas asociadas al calendario maya. Su despliegue de destrucción global fue tan espectacular como exagerado. Por suerte, nunca ocurrió nada remotamente parecido. Pero la película no dejaba de ser una metáfora sobre la fragilidad de nuestras infraestructuras y nuestra soberbia ante la naturaleza.

Deep Impact y Armageddon (1998)

Dos películas que compitieron ese mismo año en mostrar el impacto catastrófico de un asteroide colisionando con la Tierra. Aunque el tratamiento era radicalmente diferente (una más melodramática, la otra más patriótica), ambas tocaron un tema que no ha desaparecido: la amenaza real de objetos cercanos a la Tierra. La NASA incluso ensayó una misión (DART) para desviar un asteroide, tal como se muestra en la ficción.

Children of Men (2006)

Una obra maestra de Alfonso Cuarón, que plantea un mundo donde la humanidad ha perdido la capacidad de procrear. Aunque la infertilidad global no se ha materializado, sí vivimos un descenso dramático en las tasas de natalidad de muchos países, un fenómeno con profundas implicaciones económicas y culturales. De nuevo, la ficción como espejo anticipado.

The Handmaid’s Tale (2017–)

Basada en la novela de Margaret Atwood, esta serie plantea una distopía donde las mujeres pierden todos sus derechos reproductivos y sociales. Aunque extrema, la serie se cita con frecuencia en debates sobre retrocesos legislativos en materia de derechos reproductivos. No predice, pero advierte. Y por eso duele.

🧠 ¿Qué implica todo esto para quien estudia cine?

En Metrópolis c.e. enseñamos a mirar, a escuchar, a escribir y a actuar con la atención puesta en la realidad. Porque el cine no es solo entretenimiento. Es también una herramienta de comprensión del mundo. Y cuando se usa bien, puede anticipar preguntas antes de que las sociedades se atrevan a formularlas.

El guionista, en particular, debe estar constantemente alerta: leyendo prensa, analizando tendencias, explorando comportamientos. No se trata de ser adivino, sino de ser sensible a los cambios, a las tensiones, a los síntomas de transformación. De ahí que tantas “profecías” cinematográficas se cumplan. No porque quien las escribió lo supiera todo, sino porque prestó atención.

🎓 Conclusión: La ficción como mapa emocional del futuro

El caso de Cónclave es una oportunidad para volver a hablar de cómo el cine moldea nuestras percepciones sobre el poder, la religión, la ética y el futuro. También es una excusa perfecta para recordar que detrás de cada historia que parece adelantarse a los hechos, hay una mente creativa que supo conectar los puntos.

Por eso, formar a cineastas no es solo enseñar a usar una cámara o a memorizar textos. Es formar a personas capaces de interpretar el presente y transformarlo en historias que importen. En Metrópolis c.e. eso lo tenemos claro.

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