Ganando libertad actoral con “El minuto de oro”

“Con los años he aprendido que cuando una toma una decisión, el miedo disminuye; saber lo que hay que hacer hace que el miedo desaparezca.” –Rosa Parks.

“El enemigo es el miedo. Creemos que es el odio, pero es el miedo.” –Gandhi.

Desinhibición: comportamiento de la persona que ha perdido la vergüenza o el miedo que le impedía actuar de acuerdo con sus sentimientos, deseos o capacidades.

Un actor libre y que deja libre a sus personajes es un imán en escena o en pantalla. No puede haber nada más emocionante, está lleno de vida y la vida es sumamente atractiva.
Libertad para hablar, para moverse, para interactuar con los otros, para tocar y para pensar.
Si el actor no se siente libre en escena es complicado que pueda hacer libre a su personaje. Al final los personajes son una parte de nosotros y se nutren de nosotros.

Pero es posible entrenarse para que el actor se sienta libre al menos mientras actúa y eso es suficiente. Y esa es una de las razones por las que engancha tanto la interpretación. Porque podemos experimentar la sensación de ser libres; decir y hacer lo que pensamos. Algo que difícilmente hacemos en nuestras vidas reales.
Definir en que consiste la libertad en escena tampoco es fácil, para mí es una mezcla de desinhibición, impulso, coherencia, y decisiones.

En la escuela entrenamos por separado la mente y el cuerpo.
La libertad de movimientos se consigue a base de conciencia y utilización del cuerpo consiguiendo que sean expresivos y relajados.
El entrenamiento de no dudar, nos los aportan en gran medida los ejercicios de viewpoints (Anne Bogart) , donde continuamente el actor va tomando decisiones rápidas de dónde posicionarse, o a qué velocidad ir, o hacia donde ir , si repetir o no lo que se acaba de producir, si mi respuesta debe ser sonora o motriz, y una larga lista de decisiones que tardo un segundo en procesar. Como no da tiempo a ver todas las variables acabas respondiendo a tu intuición y a tu impulso. Y además con el tiempo te vas adquiriendo la capacidad de elegir la más artística. El actor pronto aprende a soportar la presión y va tomando decisiones cada vez mejores y más rápido.

Para el pensamiento hay un ejercicio particularmente útil. Lo llamaremos el minuto de oro.
El actor elige algo que le moleste, no muy importante, y que no le suponga un trauma, (la salud mental de los actores es algo que me preocupa en extremo y eligiendo episodios traumáticos no contribuimos a cuidarlo) y te dedicas ese minuto a decir todo lo que te molesta, lo que se merece y lo que le harías.

Se trata de tener agilidad mental, de permitirse no pensar, de tener imágenes rápidas y de vencer miedos. Si el actor consigue dar rienda suelta a la imaginación, sin dudar, sin retroceder, se va a encontrar por delante un imaginario infinito de acciones, de situaciones y de imágenes, que van a ser de lo mas estimulante para darse cuenta de sus verdaderas emociones. Te ofrece la posibilidad experimentar con lo que mas te importa de cada situación.
Luego se traslada ese minuto de oro a los personajes, a las relaciones emocionales dentro de la escena por ejemplo. A veces mucho mas sencillo que si partimos de nosotros mismos.

En general tenemos muchos miedos, entre ellos el miedo a ser mala persona, a reconocer eso malo que puedas tener dentro, pero no hay que olvidar que es un ejercicio y que estás trabajando.
Os animo a comprometeros con este ejercicio, a dejar las cabezas fuera, y dejarte llevar. Descubrirás que tienes mucha imaginación, que tu imaginario es infinito y que puedes utilizarlo para sorprender y estar vivo en el escenario.

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