website builders Rescatamos este texto de Caridad Fernández de Cobre, nuestra profesora de los cursos de guion, en el que nos invita a entrar en el sitio más apasionante y barato del mundo, el increíble y fascinante universo de «escribir». Y lo hace, como siempre, desde un contundente punto de vista.
Supongo que te habrás fijado en que estamos rodeados de metáforas futbolísticas. ¿Por qué metáforas de fútbol en el blog de un curso de guion? Pues porque la única comparación de este tipo que no sólo he acogido con entusiasmo sino que además repito al iniciar cada curso es la de Natalie Goldberg acerca de la escritura, y con esto también me refiero a la escritura de guion. Dice Natalie Goldberg que a nadie se le ocurre preguntar cómo se aprende a jugar al fútbol porque está claro que hay que ponerse el chándal y saltar al campo de tierra de tu pueblo, a la cancha de cemento de tu barrio o al césped del Bernabeu. Y si estás castigado en casa asegúrate de que te encierran en una habitación con un balón.
Cuando te dedicas a la enseñanza de la escritura en cualquier ámbito es recurrente la pregunta de cómo se aprende a escribir y cuando la respuesta es “escribiendo” parece —volviendo a Natalie Goldberg— que la respuesta esperada era algo tipo “coleccionando arañas”. Siempre me he preguntado el porqué de esa resistencia a admitir que si queremos escribir debemos practicar la escritura ¿Pereza? Un poco, pero nada comparado con, por ejemplo, reservar una cancha, encontrar pareja de juego, coincidir con sus horarios y esforzarse durante una hora en acertar con la pelota en la raqueta. Por no hablar de las escasas probabilidades de que la bola no rebase la línea de fondo si es que antes no la hemos estampado contra la red (sí, me he pasado al tenis). A quien le gusta jugar no duda en hacer todo esto y además recoger pelotas sin parar a cambio de una mísera hora de satisfacción. Para practicar la escritura ni siquiera hay que cambiarse de ropa, y puedes comer, fumar, y beber mientras lo haces.
La falta de tiempo es otro argumento recurrente para no iniciarse en la escritura, aunque se ha visto construyendo barcos con palillos o haciendo cupcakes a escritores potenciales que usan esta excusa para no convertirse escritores de verdad. Escribir puede ser tan trabajoso, sí, como hacer barcos con palillos, pero creo que la principal razón para no escribir es el miedo a enfrentarse a la propia escritura. Partimos de un montón de referentes —doy por hecho que quien desea escribir es aficionado a las buenas lecturas. Los mitos y las expectativas sobre la escritura nos paralizan; esperamos ideas brillantes sin zambullirnos en ellas y escritura fluida, precisa y radiante sin entrometernos en el curso de las palabras. Esperamos que de la nada surja la trama perfecta de una película de éxito; por eso fantaseamos en vano con coleccionar arañas en busca de la genialidad en vez de fantasear de verdad sentados frente al papel, o frente al ordenador con todo lo que puede ocurrir en un cancha de tenis, por ejemplo. En ella, como en tu folio en blanco, puedes declararte a tu monitora de tenis, pegar un inocente raquetazo a su esposo durante un partido de dobles o hacer el amor con ambos sobre la hierba mojada.